Chile y la Eutanasia

Chile y la Eutanasia

Marzo 01, 2018

Hoy en la mañana vi (de casualidad, porque a propósito ni cagando) un matinal donde estaba uno de los Kast y un diputado de nombre extraño hablando sobre la eutanasia. Kast estaba en contra, y el otro muchacho la defendía. Kast insistía en que la eutanasia era algo horrible, que necesitábamos defender el derecho a la vida. El otro decía que la vida es un derecho, no una obligación. Kast cometió el error de igualar la eutanasia con el suicidio, incluso sacando a relucir estadísticas de que «somos el segundo país de latinoamérica con más suicidios», cosa que con dos segundos de reflexión y sin ánimos de menospreciar, hasta los conductores del matinal refutaron con un enérgico «¿pero qué tiene que ver el suicidio con la eutanasia?». Ahí apagué la tele. Me quedé con el sabor positivo de que al menos algunos comunicadores faranduleros pueden encontrar la pifia en un argumento completamente mal enfocado y mal intencionado.

La definición de eutanasia no es vaga bajo ningún punto de vista. Si bien puede tener diferentes percepciones e interpretaciones (y opiniones), finalmente la idea de la «buena muerte» es lo que debería primar. Morir antes de continuar una vida de sufrimiento físico sin remedio. En este preciso momento muchos estarán buscando definiciones en el google para demostrar lo equivocado que estoy, y les aseguro que encontrarán algunas. Pero no es el fin de este post llegar a discusiones religiosas o morales (éticas incluso) que, si bien pueden levantar puntos muy importantes e interesantes, finalmente no llegarán a ninguna conclusión. Más sobre esto en un minuto.

Entonces, ¿cuál es el fin?. En general siempre tengo la sensación de que las leyes que discuten en el congreso se escriben para prohibir algo… o obligarnos a algo. Obviamente la cosa no es así. Simplemente son los proyectos de ley que generan más ruido mediático, y en definitiva mayores ratings y mayores ganancias para las empresas y medios de comunicación. Es un negocio, todos lo sabemos, y nos hemos acostumbrado a mirar a través del filtro de la pantalla o de la radio. Pero ese es otro tema. El problema puntual con legislar en contra o a favor de la eutanasia es que es un tema 100% moral (y ético para el caso de los médicos), por lo que siempre quedará la sensación de que nos obligarán a aceptar una «regla» con la que no estamos de acuerdo… o nos prohibirán hacer algo (por medio de otra «regla») que sentimos es nuestro derecho. Discusión religiosa justo ahí.

¿Y qué pasaría si el gobierno dejara de actuar como una mamá sobreprotectora? ¿Qué pasaría si, para estos problemas morales, nos permitieran tomar nuestras propias decisiones?

  • Doctor, quiero que me ayude. Tengo cáncer terminal, y ya no aguanto el dolor.
  • Bueno, puede tomar un panadol con un ibuprofeno. ¡Esa mezcla no falla!
  • Ya ni la morfina me hace efecto doctor.
  • Ah, bueno, entonces lo derivaremos al departamento de medicina paliativa.

El departamento de medicina paliativa se reune en una especie de panel de expertos donde tratan de evitar palabras y frases como «desahuciado» y «le quedan x meses de vida», mientras insisten que son capaces de «mejorar la calidad de vida del paciente». Esto no me lo contaron. Yo estuve en una de esas sesiones junto a mi familia mientras nos daban las pocas opciones que tenían para aliviar el sufrimiento de mi madre, a esas alturas ya sin fuerza para levantarse por un cáncer estomacal con metástasis peritoneal. Inoperable y terminal, por supuesto, pero también tratan de evitar esas palabras.

  • ¿Pero y entonces qué se puede hacer?
  • El panadol y el ibu…
  • No, ya estamos en el tramal.
  • Ah. Entonces queda la morfina.
  • Ya. Dice eso con cara de «hasta aquí no más llegamos».
  • ¡Por supuesto que no! ¡Somos dioses! ¡Somos genios! ¡Somos dioses y genios! ¡Haremos que su madre se sienta mucho mejor!
  • Lo único que quiero en este momento es que le den algo para que deje de vomitar.
  • Emm… si… veo aquí que está en los antieméticos más fuertes que tenemos.
  • Pero sigue vomitando. No le hacen efecto. Ella misma dice que son los espasmos lo que la tienen más adolorida.
  • Si, bueno, emm… vamos a tratar con panadol e ibuprofeno. Hay estudios de la universidad de los Power Rangers que arrojan buenas expectativas de mejoramiento de la procesión baciloprotectora de los biosolves. Si, eso debería ayudar.

Algo más o menos así, con un tercio de los doctores y sin los carteles

Todos se miran entre ellos, asintiendo, frunciendo sus ceños y acariciando sus barbas, excepto la doctora más joven que nos mira con cara de comprensión e impotencia. La más sincera de todo el lote, a mi parecer.

Ni siquiera me voy a meter en el tema económico, porque en esa posición es en lo último que uno piensa. Ahora, mi madre nunca lo dijo expresamente porque sabía que no era opción. Pero perdí la cuenta de las veces que me dijo llorando «ya no aguanto más» en los últimos meses antes de finalmente morir.

Ahora, ¿estoy de acuerdo o en contra de la eutanasia? Estoy en contra de que se legisle sobre prohibirla o permitirla. Estoy de acuerdo en que se haga una definición de qué exactamente es la eutanasia para la sociedad chilena. Y mi opinión es que permitan tanto a los pacientes como a los doctores… elegir. Es simple. Tenemos la tecnología para validar cuando un paciente solicita expresamente que se le realice una eutanasia. Tenemos la tecnología para medir los umbrales de dolor. Tenemos la tecnología para decir cuándo una enfermedad tiene remedio o no. Tenemos la tecnología, sin embargo basamos nuestras decisiones en sensaciones viscerales y medio ético-moralistas de qué nos parece bien o no, sobre algo en que ni siquiera estamos todos de acuerdo qué implica realmente. Si prefieres consumirte por seis meses antes de morir, que sea tu elección. Si quieres evitarte seis meses de dolores insoportables y gastos médicos estratosféricos, que sea tu decisión. Si no quieres que tu vecino opte por la eutanasia… estás muy, pero muy mal enfocado y deberías meterte en tus propios asuntos. 

Si un doctor, ya sea por ética, por religión, o porque simplemente decidió que la eutanasia es mala, que no la practique. Si un doctor ve que ya no hay nada más que la ciencia pueda hacer, y cree realmente que la opción más humana es la eutanasia, pues que la practique cuando se lo pidan. Si un doctor (o una agrupación de doctores) pretende obligar a otro doctor a que practique la eutanasia… ese es mi punto. Todo este «obligar y prohibir» de alguna manera es aceptable si se convierte en «ley». Sin embargo, si se deja de pensar con los 87 millones de artículos de nuestra ley en la cabeza (y con las ganas que sean 87 millones uno), es muchísimo más claro el nivel de estupidez que plaga a nuestros legisladores.

Para concluir, a mi entender, el problema no es que falten leyes. El problema es que faltan definiciones claras. Para eso necesitamos a la montonera de diputados y senadores, para que se pongan de acuerdo en una definición antes de tratar de discutir si la deben prohibir o no. Pero estos animales parten al revés, como el 90% de las cosas en Chile. «¡Esto es malo, prohibámoslo!», «¡esto es un derecho, protejámoslo!», «¡esto es necesario, que sea obligatorio!»… y a nadie se le ocurre decir «esto es una pura weá… que sean los propios involucrados los que decidan». Si alguien dijera eso, probablemente alguno, como lo hicieron los conductores del matinal, se darían cuenta de que el problema no es la ley, no quien grita más fuerte ni quién tiene razón. El problema es que todavía los muy weas no se ponen de acuerdo en lo que «esto» realmente es. Para mi, «esto» es morir con dignidad un tiempo antes de la fecha de expiración que me hayan puesto los doctores en el envase… y la evitaría hasta que me den las fuerzas, simplemente por una cuestión de principios. Pero esa es mi opción. No es correcta o incorrecta, por lo que no se debería prohibir o permitir. Es una opción a la que todos deberíamos tener acceso, aunque estemos decididos a no utilizarla jamás. O a no administrarla jamás.

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